jueves, 22 de julio de 2010

Hablando de América Latina

En la XVIII Conferencia Internacional sobre el Sida, América Latina fue representada por cuatro expositores de gran trayectoria en la región y en el mundo, la cual estuvo organizada por la Sociedad Internacional de Sida. Dicha sesión permitió a los representantes de la región sentirse realmente involucrados en la conferencia.

El Dr. Cahn ofreció una descripción bastante acertada sobre la situación de la epidemia de VIH en la región de habla hispana.

Cahn destacó que en los últimos años hubo un crecimiento del 25% en los casos de VIH, aunque la ampliación de la cobertura en acceso a tratamiento no acompañó a este fenómeno, registrándose una meseta en el número de nuevas personas que reciben tratamiento antirretrovírico.

“Uno de los mitos sobre América Latina es que tenemos mejor acceso a los antirretrovirales. Sin embargo, los datos demuestran que estamos estancados, en un equilibrio estable, dejando por fuera a muchas personas que necesitan tratamiento”, explicó Cahn.

“En América Latina y El Caribe, dos de cada tres personas que reciben tratamiento son de Argentina, México o Brasil”, ejemplificó.

También compartió datos que evidencian variaciones de precios de hasta 10 veces en los mismos medicamentos, con el mismo esquema al año. Cahn concluyó enfatizando que “Algunas de las políticas de compras de medicamentos en la región han logado reducir sus precios al 55%”

Mario Bronfman reflexionó sobre los avances que ha tenido la región en materia de derechos humanos, muy a pesar de las embestidas de algunos sectores vinculados con la región católica.

“Todavía tenemos grandes desafíos, por ejemplo convencer a los tomadores de decisiones de la adopción de un marco de Derechos Humanos”, explicó.

Adicionalmente, presentó un breve análisis sobre los desafíos planteados por temas íntimamente relacionados con el VIH/Sida, haciendo referencia a los derechos sexuales y reproductivos, la no criminalización del trabajo sexual, y la reducción del estigma y la discriminación de las poblaciones más vulnerables.

Por su parte, Lilian Abracinkas se centró en un análisis sobre las dimensiones de género, describiendo por ejemplo la reducción de la fertilidad en la región. De 6 hijos por familia en 1960 se ha pasado a 2,5 en el año 2000, como un correlato del mayor acceso de las mujeres a la educación y a la planificación.

Llama la atención que el embarazo en adolescentes no se redujo: las jóvenes siguen siendo madres sin decidirlo y según registros estadísticos, esto se agudiza en mujeres pobres y en situación de vulnerabilidad, en países donde el 44% de los abortos son inseguros.

Abracinkas compartió interesantes datos sobre el VIH en las mujeres: sólo el 54% de las mujeres en la región se han realizado la prueba de detección de anticuerpos contra el VIH, y el mismo porcentaje de mujeres accede a tratamiento antirretrovírico.

También sobre la realización de la prueba de detección de anticuerpos contra el VIH, el Dr. Cahn urgió a los participantes a conciliar el discurso sobre los Derechos Humanos que cuestiona el incremento significativo de la prueba con el derecho de las personas a conocer su estado serológico.

En su exposición, Gloria Careaga se refirió a los gobiernos como grandes “simuladores”, dado que la gran mayoría de nuestros países carecen de leyes sobre Educación Sexual.

“La educación sexual en América Latina es un desastre, pero es que en general nuestros gobiernos le tienen miedo a la educación”, aseveró.

Careaga se refirió también a la invisibilidad de la diversidad sexual en la respuesta al VIH/Sida: “¿Cuándo los gays se transformaron en “hombres que tienen sexo con otros hombres”?. También debemos recordar que vivimos en un contexto con mucha homofobia y sexismo, y al hablar de equidad de género invisibilizamos el machismo existente, como si hubiera desaparecido del mapa”.

Destacó además, al poco claro marco conceptual sobre Derechos Humanos con el que abordamos la epidemia.

Se hace bastante difícil resumir en un sólo artículo la diversidad de conceptos vertidos por los expositores de América Latina. Si bien muchos contenidos eran conocidos para la mayoría de los participantes, cada expositor pudo ofrecer un encuadre original y a la vez profundizar en los aspectos sociales de la epidemia. En particular, los aportes de Careaga y Abracinkas fueron frescos, desde la perspectiva de las organizaciones de mujeres. Dejaron flotando la necesidad de involucrar a otros movimientos en los debates y en los programas, dialogar más allá de los convencidos.

Sin duda, esta fue la mejor reunión regional diferente a las ediciones previas. Ha sido un gran reto la visibilidad de región, ya que la XVIII Conferencia Internacional sobre el Sida no ofreció traducciones simultáneas al idioma español, lo cual se presentó como un verdadero obstáculo para los activistas de la región que no dominan el idioma.

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