miércoles, 13 de octubre de 2010

Un equipo de investigadores cuestiona el beneficio de los suplementos de vitamina D en personas con VIH y hepatitis C

Un estudio no halla relación entre el déficit de esta vitamina y la densidad mineral ósea o la fibrosis hepática

Xavier Franquet (gTt-VIH) - 13/10/2010

Cada vez son más numerosos los resultados de estudios que muestran la existencia de niveles bajos de vitamina D en personas con VIH y también entre aquéllas coinfectadas por el virus de la hepatitis C (VHC). Esta vitamina es esencial para la salud ósea, ya que su carencia está íntimamente relacionada con el desarrollo de osteoporosis. Además, tiene una función reguladora del sistema inmunitario. Los niveles reducidos de vitamina D han sido asociados con recuentos bajos de CD4, un sistema inmunitario activado de manera anómala y la progresión de la infección por VIH. Esta vitamina puede obtenerse a través de la dieta o ser sintetizada en la piel mediante la exposición a la luz solar.

Sin embargo, en el caso de las personas con VIH, no están del todo claras las consecuencias de dicho déficit, ni tampoco los efectos que podría tener la corrección de los niveles bajos de esta vitamina mediante la toma de suplementos.

La semana pasada, en el transcurso del I Taller Internacional sobre Envejecimiento y VIH, celebrado en Baltimore (EE UU), un equipo de investigadores de la Universidad Johns Hopkins presentó los resultados de un estudio que sugiere que los niveles bajos de vitamina D no guardan relación con la densidad mineral ósea (DMO) ni con la fibrosis hepática en un grupo de personas coinfectadas por VIH y VHC.

Se trata de un ensayo prospectivo de cohorte que llevó a cabo el seguimiento de 116 pacientes coinfectados por ambos virus desde 2005 hasta 2007. A todos los participantes se les realizó un escaneado DEXA (absorciometría dual de rayos X, en sus siglas en inglés) para medir la densidad mineral ósea durante el año siguiente a la realización de una biopsia hepática. Los investigadores definieron los niveles bajos de vitamina D [medida como 25-hidroxi-vitamina D ó 25(OH)D] como aquéllos inferiores a 15 ng/mL. Se determinó como baja densidad mineral ósea un valor de dos o más desviaciones estándar por debajo de los niveles correspondientes por edad, sexo y etnia en comparación con los controles, en las siguientes zonas corporales: cadera total, cuello del fémur y columna lumbar.

La fibrosis hepática fue descrita como un grado 2 ó superior en la escala Metavir, y el hiperparatiroidismo secundario, como niveles de hormona paratiroidea (HPT) por encima de 65 pg/mL. Dicho trastorno se caracteriza por una producción excesiva de HPT, que controla el calcio, el fósforo y los niveles de vitamina D en sangre y huesos. Las personas con hiperparatiroidismo secundario producen un exceso de hormona paratiroidea para intentar compensar los niveles reducidos de calcio causados por bajas concentraciones de vitamina D o por una mala absorción de dicho elemento químico en el intestino.

El 63% de los participantes en esta investigación eran hombres, el 87%, de origen afroamericano, el 59%, usuarios de drogas inyectables, el 60%, fumadores y el 46% tenía un consumo alto de alcohol. La mediana de edad era de 49,9 años (rango intercuartil [RIC]: 46,5 - 53,3 años). Un total de 58 pacientes tomaban antirretrovirales y 77 tenían carga viral por debajo de 400 copias/mL.

La concentración mediana de vitamina D [25(OH)D] se situó en 19 ng/mL (RIC: 11 a 26 ng/mL). Un 41% de participantes presentaban un nivel igual o inferior a 15 ng/mL, un 39% tenían fibrosis hepática, un 27%, baja densidad mineral ósea y un 24%, hiperparatiroidismo secundario.

Los autores del estudio encontraron una modesta correlación inversa entre los niveles de HPT y vitamina D: a menos HPT, más vitamina D (r2= 0,046; p=0,02). La prevalencia de hiperparatiroidismo secundario fue parecida entre las personas con densidad mineral ósea normal (22%) y baja (29%) [p= 0,46]. Cuando los investigadores dividieron los miembros de la cohorte entre aquéllos con o sin fibrosis (Metavir 0 y 1) y los que tenían fibrosis (Metavir 2, 3 y 4), la prevalencia de hiperparatiroidismo secundario fue similar en personas con y sin fibrosis (p= 0,41).

Aunque los marcadores Z indicaban que la cohorte tenía una densidad mineral ósea por debajo de lo normal, ésta no podía considerarse baja, puesto que no se ajustaba a la definición del estudio (valor igual o inferior a -2). La mediana de DMO fue de -0,42 (RIC: -1,12 a +0,25) en la cadera, de -0,09 (RIC: -0,84 a +0,47) en el cuello del fémur y de -0,95 (RIC: -1,83 a +0,16) en la columna lumbar [p= 0,63].

La ausencia de correlación entre los niveles bajos de vitamina D y la fibrosis hepática, por un lado, y la baja densidad mineral ósea, por otro, ponen de relieve lo complicado que es tomar decisiones ante niveles reducidos de esta vitamina en personas con VIH. Todd Brown, autor principal de este estudio, apuntó lo siguiente: “Si buscas un posible déficit de vitamina D, lo encontrarás, y si administras suplementos, estos niveles se recuperarán. Pero todavía no sabemos si con ello estamos ayudando en algo a estas pacientes”.

En algunos hospitales de España se miden los niveles de vitamina D en pacientes con VIH para tomar decisiones en cuanto a una posible suplementación. A la vista de estos resultados, serán necesarios nuevos estudios que confirmen lo observado y que arrojen más luz sobre este déficit tan característico en las personas seropositivas.

Fuente: NATAP.

Referencia: El-Maouche D, Mehta SH, Sutcliffe C, et al. Relation between vitamin D deficiency and bone mineral density and liver fibrosis in HIV/HCV co-infection. First International Workshop on HIV and Aging. October 4-5, 2010. Baltimore. Abstract P_17.

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